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1) El suelo es preciso prepararlo bien. Labra para que la tierra esté suelta, mullida y disgregada. Reparte algo de abono orgánico(mantillo, turba, estiércol, etc.). Finalmente nivela con el rastrillo.
2) Con un palito, marca diferentes zonas para cada especie (si es que vas a sembrar un macizo variado).
3) Reparte homogéneamente las semillas por la superficie. Si las semillas fueran muy pequeñas, puedes mezclarlas (muy bien mezcladas) con arena, para que sea más cómodo repartirlas por el terreno.
4) Tapas ligeramente rastrillando, igual que se hace al sembrar césped. También se pueden tapar echándoles por encima una fina capa de mantillo. Si quieres, para aumentar la temperatura y de esta forma que germinen antes las semillas, puedes cubrir con un plástico transparente, aunque esto te obligará a retirarlo día sí, día no, más o menos para ventilar.
5) Riega con mucho cuidado, pulverizando, para no arrastrar semillas ni encharcar.
6) Aclareo. Una vez que hayan nacido, es preciso aclararlas, es decir, eliminar el exceso de plantas para que quede un espacio razonable entre unas y otras (entre 25 y 40 centímetros, según la especie). Por ejemplo, da una pasada quitando una de cada dos y , 10 ó 15 días más tarde, da otro repaso para dejar ya la cantidad definitiva.
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